domingo, 9 de noviembre de 2008

Sonrisa de vida



Es que por lo que me cuenta, ha nacido no con llanto, sino con risa; no más regalo para un padre que su primogénito; y a qué hombre no se le quebraría la voz del alma, ya con cuarenta años y con las canas en las patillas, ha visto sus ojos dulcemente cegados y ha cogido sus manitas que tratan de llamar y sostener más que el dedo de su padre; rojizo, robusto, tibio lo mira como a una suave canción. Le estampa el beso en su frente media arrugada; le sonríe Matías y su padre se enternece soltando voluntariamente una lágrima.

¡Sonríe Matías, qué de seguro tendrás más de un día para no llorar! ¡Sonríe Matías que de seguro serás la bendición de aquel hogar!

Harry Cañari-Atoche

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy sensible, Harry, muy sencible.

Anónimo dijo...

Que lindo :)

Carol.