miércoles, 24 de diciembre de 2008

Navidad, feliz navidad

Sólo, y no por eso menos, un simple deseo: ¡Feliz navidad!

Harry Cañari Atoche

lunes, 15 de diciembre de 2008

Soledad


Te puedes zambullir en aquéllo que buscas, en tu proyecto. Te puedes convertir en tu mecenas, o trabajar por serlo. Te puedes dedicar, como horario de oficina, a ocho o nueve horas diarias a tu arte, a tus letras. Puedes ver el Sol que te saluda desde la ventana, mientras redactas tu filosofía. Puedes soñar el cuento de tu vida, que luego, quizá, sea el cuento en la vida de otros. ¿Porqué no? Pero hay un pequeño detalle: La soledad.

Esa que te susurra al oído y te dice visítame, quédate conmigo; mientras en tu ser la conjetura y el prejuicio de oírla o no, te puede conducir a algunas situaciones poco descriptibles. Ya no eres tú y el mundo, ya no eres el amigo eterno e inseparable, ahora eres una persona con un deseo, con dedicar -absurdamente para unos, pero bello para ti- a este mundo de la Literatura. ¿Qué hay de malo en querer cambiar el mundo con tus letras? ¿Acaso sólo los adultos lo pueden hacer? ¿No es la vehemencia de un jóven que permite muchos cambios, acaso?

Pero mientras le preguntas entre otra cosas a la soledad, ella se sienta contigo, a ver tu trabajo para que en el mínimo detalle te arremeta, te cuestione, te fatigue y aburra.

Pobre aquél hombre que se deja ganar por sus dependencias, y qué gusto por el hombre que vive por su independencia. Y pobre de aquél que cree que escribir es sólo sentarse frente a tu herramienta de trabajo y soltar las mejores ideas que tenga, pobre de aquél hombre que crea que deba contar lo que le paso a su canino, o al que crea que la Literatura es un oficio vano.

Mejor aun si tomas a la soledad por la capa negra y le das unas cachetadas, la acompañas amablemente hasta la puerta de tu casa, la llevas hasta la avenida principal y mientras pasan los autos la lanzas diciéndole:

¡Aquí, no te quiero!

Harry Cañari Atoche

domingo, 7 de diciembre de 2008

El adiós

Es muy difícil, hoy por hoy sacrificar tu tiempo por el arte. A quién no le gustaría hacer más de una cosa a la vez en su vida, pero lamentablemente no se puede. Tienes que elegir: "pertenecer" a la sociedad o seguir tu impulso vehemente.

El ruido del latido se conjuga con tu ser, pero domina la mente, siempre. A mí, y lo digo con mucha pena, no me gusta la dependencia; amo sí la independencia. Ella que te puede decir qué hacer según tu convicción y tus ideales, claro.

Pero también me pongo a pensar en los demás, en aquéllas personas que no tienen nada más destino que someterse a un régimen, porque han puesto por debajo sus sueños, aspiraciones y pasiones por lo que haya nacido fruto del sentimiento raudo. Si decir no, se pudiera sentir, qué cosas no hubiésemos hecho.

Harry Cañari Atoche

jueves, 27 de noviembre de 2008

El ayer

La transición del presente en el recuerdo, deja vulnerado al ser: domina la razón, llega a la consigna de primar el pensamiento; se filtra entre la sangre y cree que necesita de esos instantes que viven en el tiempo; se convierte en las córneas y cree que necesita de la visión para no olvidar esos destellos; se convierte en ayer, tangible para que corra a abrazar el momento que ya es humo. Te consume hasta develar tu lado blando, débil.

Menos mal que cuando la razón ingresa, se pone como una laguna celosa e impide que las gotas de la lluvia ingresen a sus dominios. Movemos la cabeza y, como ahora, continuamos con nuestras vidas.

Harry Cañari Atoche

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Ceguera


Si suspirara el pómulo, quizá pueda hablar con la córnea y le podría narrar el solitario hecho de aceptar el destino, lo bello que puede ser ver desde otra óptica, la vida; ver en lo más oscuro del alma, caminar tanteando -pero seguro a la vez- saber dónde estás yendo; dónde se colocada cada parte de tu faz; sentir cada color de las cosas, sin necesidad de reconocerlas. Si todo o todos vieran la dinámica sabrían que son más que personas sin una facultad, serían reconocidos y aceptados en ésta sociedad, sin dudar.

Harry Cañari Atoche

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Doppelgänger

No, no es que se vea entre sí ante un espejo, es que son dos, dos pequeños seres que viven dentro de sí y mutan sus pensamientos, lo digieren pero se bifurcan, se amplían, se contrastan, se extrañan, se unen y vuelven entre sí a sonreírse, por el mismo espejo, el del alma.

Harry Cañari-Atoche

domingo, 9 de noviembre de 2008

Sonrisa de vida



Es que por lo que me cuenta, ha nacido no con llanto, sino con risa; no más regalo para un padre que su primogénito; y a qué hombre no se le quebraría la voz del alma, ya con cuarenta años y con las canas en las patillas, ha visto sus ojos dulcemente cegados y ha cogido sus manitas que tratan de llamar y sostener más que el dedo de su padre; rojizo, robusto, tibio lo mira como a una suave canción. Le estampa el beso en su frente media arrugada; le sonríe Matías y su padre se enternece soltando voluntariamente una lágrima.

¡Sonríe Matías, qué de seguro tendrás más de un día para no llorar! ¡Sonríe Matías que de seguro serás la bendición de aquel hogar!

Harry Cañari-Atoche

sábado, 8 de noviembre de 2008

Anagrama


Anagrama. Sí, así se llama este novel blog, novel en el sentido figurativo, pero creo con una gran raíz. Quiero, abusar de tu confianza en las lecturas y tocar un tema u otro y porqué no escribirlo aquí; en los cuentos o poemas o relatos y diarios encontrarás cosas inéditas. Cosas que, espero, puedas leer.

Gracias por tu tiempo.

Harry Cañari-Atoche