miércoles, 22 de julio de 2009

"Una águila vieja"

El último fin de semana fue a mi casa mi prima con su hijo, Anderson. Normalmente no ando en casa, no soy muy hogareño que digamos. Y las veces que estoy en ella y coincide la visita de mi sobrino, trato de llevarlo a jugar tenis, pues a sus 06 años está en la edad perfecta para practicarlo. No como yo, que empecé 20 años más después, aunque nunca es tarde. La edad que tiene mi sobrino es transcendental para su aprendizaje y también para demostrar cómo un niño es tiernamente obediente e inocente.

Le pregunté si le habían leído Caperucita Roja, luego de contestarme que "no", puse un vídeo de este cuento en youtube y le acerque la laptop para que puediese cautivarse por la narración, y así fue. Se quedó, literalmente, pegado a la pantalla; no sólo por los dibujos, sino por la trama. Cuando le pregunté si le gustó el cuento me dijo "sí, me ha gustado mucho" con su voz encantada.

Luego de terminar de ver el cuento, le pregunté que si le gustaría que le contará uno de los Cuentos rusos que estaba leyendo, me dijo que "sí" y escogí uno que de llama "La luz en el día", casi, casi una fábula. Bueno, en el trayecto de la lectura llegamos a la parte en que describían a los animales que lo protagonizaban, primero un cisne negro; luego, una cebra y un poco más adelante una águila. El texto lleva un adjetivo para éste animal, así indica el cuento: "...una águila vieja..."

-¿Conoces a una águila?

-No -respondió mi sobrino.

Así que busqué en imágenes de Google y me salió la que ahora ustedes ven en el encabezado. Entonces le dije:

-Ésta -señalando la imagen- es una águila.

-Sí, me dijo es una "águila vieja". Y sonreí.

Al terminar de sonreír le expliqué que lo de "...vieja" era un adjetivo, un modo de describir a aquél animal, así que le expliqué, a mi modo:

-Sólo es una águila. Así como tú y yo somos humanos, pero tú eres un humano joven...

-Tú eres un humano viejo -me interrumpió en el acto.

Atiné a sonreír de nuevo y lo despeiné un poco. Y entre conversación y conversación pasó la tarde. Me hizo recordar ipso facto a mi niñez...pero bueno, esa es otra historia. Si los adultos pudiésemos tener una pizca de esa inocencia, cuán distintos seríamos, ¿no?

Harry Cañari

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué lindo el sobrino y el tío :)